
Muchas veces hemos oído mencionar al karma en nuestras vidas y algunos utilizamos la palabra para designar una virtud o un defecto dependiendo de la forma en que nos refiramos a él.
Por ejemplo, a veces decimos que alguien tiene un mal karma cuando queremos decir que tiene un aura negativa o está inmerso en situaciones complicadas y oscuras. Pero cuando vemos a alguien que destella en vitalidad y tiene una vida clara y transparente, decimos que su karma es bueno.
En realidad quienes aplican de esta manera el término, no están muy lejos de hablar con la verdad cuando se refieren a él.
Así como en la física, el karma se rige por una ley metafísica de causa y efecto, en donde todo aquello que hagas en la vida determinará la calidad de karma o energía que te cubrirá.
Esto nos obliga a comprometernos más seriamente con nuestros actos, y sobre todo, a poder comprender nuestra parte de responsabilidad en los hechos que transitan por nuestras vidas para, de esta manera, poder realizar los pasos necesarios para mejorar como seres humanos.
La ley del karma nos dice por ejemplo, que por cada cosa mala que hayamos hecho, una positiva deberá surgir de nosotros para equilibrar nuestra existencia.
Igualmente, el karma nos exige aprender a perdonar, como uno de los principios esenciales de ladoctrina, así como aprender a compensar todo lo malo con lo bueno.
Te habrás dado cuenta de que el karma se rige por una ley del equilibrio que finalmente repercutirá positiva o negativamente en ti dependiendo de tu accionar.
No olvides que sólo cosechamos lo que sembramos.